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La herramienta informática para el arte

Desde los teletipos a la pantalla para ordenador, pasando por los sistemas de impresión, la obtención de resultados gráficos ha ido logrando cada vez mayores grados de definición y de acercamiento a la realidad —o cuando menos a una realidad simulada de lo que se venía haciendo en arte—, y se nos presenta una verdadera gama de zonas intermedias por contemplar. Valgan como ejemplo de esto último los terminales en modo texto que, nos ofrecen inusitadas posibilidades en cuanto a la creación mediante la utilización de caracteres para formar figuras e imágenes, o los paneles gráficos luminosos.

La poca profundidad de color de que disponían los ordenadores y las máquinas de impresión hasta hace poco, no era impedimento para crear, y los aspectos monocromáticos de la imagen, las tintas planas o los colores generados por degradados tonales y gradaciones del espesor de la tinta depositada en distintos puntos de la imagen impresa, fueron aprovechadas por artistas que desarrollaron nuevas técnicas y plasmaron así su identidad en la obra creativa. (Sorprende el caso de Roy Lichtenstein (1923-1997), que en un paso más allá, inspirado, —por este hecho—, en las tiras gráficas impresas que aparecen en los periódicos, las recompone y amplía para hacer notar los puntos y tramas, tomando estos cuadros una calidad casi abstracta). Pero ha sido el arte conceptual (que resalta la importancia de la idea detrás de la obra), y el OpArt (arte óptico, —un tipo de arte abstracto que explora los fenómenos ópticos—) quienes más se han aprovechado del ordenador para generar arte gráfico final en esta etapa.

En otros campos, el tratamiento fotográfico y el foto-montaje (influido este por métodos cubistas de collage) han experimentado, con el ordenador, un cambio que la acerca a lo cotidiano, dejando muy atrás las técnicas —innovadoras en su día— de Man Ray (1890-1979), (de ingenio provocador tendente a lo surrealista), y encuentra en el diseño publicitario su máximo exponente.
La concepción de grandes edificios artísticos y otras obras arquitectónicas creativas deben al ordenador parte del mérito como base tecnológica de su avanzado diseño. Ejemplo destacado es el genial edificio del museo Guggenheim Bilbao, del artista Frank Gehry, para el que se hizo uso del ordenador a fin de dotar a este espacio expositivo de la mayor versatilidad posible.

Con la llegada de equipos más potentes y de chips gráficos especializados, el concepto puro de 3D se hace realidad y la animación por ordenador experimentó un boom inesperado y verdaderamente agradecido a la máquina que le dio vida, pues su empleo en la producción de imágenes sintéticas para el cine y la televisión —que fueran ambos, unos de los últimos recursos por los que se interesó el arte— ha logrado superar con creces cualquier expectativa.

El campo del sonido y el tratamiento de audio tiene también su equivalencia tecnológica, ya que con la aparición de los sintetizadores y las mesas digitales, la creación musical entró a finales de los 70 en un fructífero proceso de creación y experimentación.