La discrepancia es una gran oportunidad para tomar una buena decisión, pero debe manejarse delicadamente. Con suerte, sientes que has expresado adecuadamente tus pensamientos y que te han escuchado antes de que se tome la decisión. En ese caso, no hay nada más que decir, y debes decidir si respaldarás la decisión aunque estés en desacuerdo. Si puedes respaldar esta decisión a pesar de tu desacuerdo, dilo. Esto demuestra cuán valioso eres porque eres independiente y no eres un sí-hombre, pero eres respetuoso con la decisión y un jugador de equipo.
A veces, se tomará una decisión con la que no estás de acuerdo cuando los tomadores de decisiones no tuvieron el beneficio completo de tu opinión. Debes evaluar si plantear el problema en función del beneficio para la empresa o la tribu. Si es un pequeño error en tu opinión, puede que no valga la pena reconsiderarlo. Si es un gran error en tu opinión, entonces, por supuesto, debes presentar un argumento.
Por lo general, esto no es un problema. En algunas circunstancias estresantes y con algunos tipos de personalidad, esto puede llevar a que las cosas se tomen de manera personal. Por ejemplo, algunos programadores muy buenos carecen de la confianza necesaria para cuestionar una decisión incluso cuando tienen buenas razones para creer que está equivocada. En las peores circunstancias, el tomador de decisiones es inseguro y lo toma como un desafío personal a su autoridad. Lo mejor es recordar que en tales circunstancias, las personas reaccionan con la parte reptiliana de sus cerebros. Debes presentar tu argumento en privado e intentar mostrar cómo el nuevo conocimiento cambia la base sobre la cual se tomó la decisión.
Ya sea que la decisión se revierta o no, debes recordar que nunca podrás decir '¡Te lo dije!' ya que la decisión alternativa fue completamente explorada.
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