Para obtener lo mejor de tus compañeros de equipo, desarrolla un buen espíritu de equipo y procura mantener a cada individuo tanto personalmente desafiado como comprometido.
Para desarrollar el espíritu de equipo, cosas cursis como ropa con logotipos y fiestas son buenas, pero no tan buenas como el respeto personal. Si todos se respetan mutuamente, nadie querrá decepcionar a nadie. El espíritu de equipo se crea cuando las personas hacen sacrificios por el equipo y piensan en términos del bien del equipo antes que en su propio bien personal. Como líder, no puedes pedir más de lo que das tú mismo en este aspecto.
Una de las claves para el liderazgo de equipo es facilitar el consenso para que todos estén comprometidos. Esto ocasionalmente significa permitir que tus compañeros de equipo se equivoquen. Es decir, si no perjudica demasiado al proyecto, debes permitir que algunos de tus compañeros hagan las cosas a su manera, basándose en el consenso, incluso si crees con gran confianza que es lo incorrecto. Cuando esto sucede, no estés de acuerdo, simplemente discrepa abiertamente y acepta el consenso. No suenes herido ni como si te estuvieran obligando, simplemente expresa que estás en desacuerdo pero que crees que el consenso del equipo es más importante. Esto a menudo los hará retroceder. No insistas en que continúen con su plan inicial si retroceden.
Si hay una persona que no consiente después de haber discutido los problemas desde todos los lados apropiados, simplemente afirma que tienes que tomar una decisión y eso es lo que decides. Si hay una manera de juzgar si tu decisión será incorrecta o si más tarde se demuestra que es incorrecta, cambia tan rápido como puedas y reconoce a las personas que tenían razón.
Pregunta a tu equipo, tanto como grupo como individualmente, qué piensan que crearía espíritu de equipo y haría que el equipo fuera efectivo.
Elogia con frecuencia en lugar de hacerlo de manera extravagante. Elogia especialmente a aquellos que no están de acuerdo contigo cuando son dignos de elogio. Elogia en público y critica en privado; con una excepción: a veces, el crecimiento o la corrección de un defecto no se puede elogiar sin llamar la atención de manera embarazosa sobre el defecto original, así que el crecimiento debe elogiarse en privado.
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